Ser Religiosa

Yoli, csj

Hoy en día vivimos en un tiempo con muchos cambios, con un tinte volátil, de compromisos cortos y de opciones más individuales, pero no solo eso, sino también en una sociedad con muchas propuestas interesantes de vida, de oportunidades, de alcanzar metas y conquistar otras; Por ello, vale la pena reflexionar en este contexto mi opción por la vida religiosa.

Considero que mi vida es una vida CONSAGRADA, una experiencia de fe. Es el milagro de haber descubierto el don de la VOCACIÒN como un regalo; es decir, encontrar el “tesoro escondido” y dar una respuesta de gratitud y alegría.

Y, en este proceso de respuesta es darme cuenta que no estoy sola, sino que Jesús, el gran Maestro, va conmigo, acompaña mi peregrinaje, ilumina mis caminos y me bendice con la confianza y alegría para ser una mujer fecunda desde lo más pequeño y sencillo.

Siento que vivir el regalo de la vocación como hermana de San José es vivir la experiencia de la transformación a una vida más plena, más humana en relación con todos mis hermanos/as y con todo lo que nos rodea porque vivimos nuestro carisma y misión en una dinámica de unidad y reconciliación con Dios y con el querido prójimo de quien no nos separamos. Esta es la alegría de hacer visible el Reino de Dios en el lugar donde me encuentro.

También, el regalo de mi vocación a la vida religiosa es un regalo compartido, por ello, vivo compartiendo la vida con otras hermanas quienes me ayudan, me acompañan, me sostienen y son la fortaleza y mi alegría de cada día para hacer el camino más pleno y vivificante porque juntas danzamos el don de la VOCACION como la llamada a la VIDA y a una vida en plenitud.